Antes de Frankenstein ya dirigió mi peli de vampiros preferida, pero en ella nadie muerde a nadie
Si hablamos de películas de vampiros, a mí las que me gustan son las raras. Claro, me encanta el Drácula de Coppola y estoy fascinado con el Nosferatu de Eggers, aunque parece que ahí estoy solo. Pero las que más veces he visto son Los Viajeros de la noche, Déjame entrar o Solo los amantes sobreviven. Pero hay una que ocupa un lugar especial en mi lista: la mejor peli de vampiros de Guillermo del Toro que, no, no es Blade 2… Aunque Blade 2 mola una barbaridad y también está en mi top. Os hablo de Cronos, la película que convirtió al bueno de Del Toro en un referente del cine fantástico.
La película, estrenada en 1993, nos presenta a Jesús Gris, un anticuariado solitario interpretado por Federico Luppi, que vive acompañado únicamente por su nieta Aurora. La rutina de su vida se rompe cuando descubre, escondido dentro de una de sus estatuas, un extraño dispositivo alquímico: el Cronos. Este artilugio al adherirse a la piel de su portador, concede juventud y vitalidad, pero a cambio despierta un ansia insaciable por la sangre humana. Con esta premisa, Del Toro construye una historia que mezcla vampirismo, realismo mágico y body horror, sin recurrir a la espectacularidad sangrienta de otras películas del género.
Por qué Cronos es extraordinaria y se convirtió en culto
La génesis de Cronos tiene algo de mito personal y cultural. Como han señalado los estudios de Álvaro Fernández y Justo Planas Cabreja, Cronos combina elementos del folclore mexicano con referencias clásicas del terror europeo, creando un universo propio donde lo cotidiano se mezcla con lo fantástico. La historia de un artefacto alquímico que prolonga la vida, a costa de la humanidad de quien lo usa, permite explorar no solo el mito vampírico, sino también temas universales como la avaricia, el envejecimiento y la adicción. Porque las buenas historias de vampiros siempre son algo más.
Cronos se estrenó en festivales internacionales y rápidamente captó la atención de la crítica. En Cannes consolidó a Del Toro como un cineasta a tener en cuenta. Sin embargo, su distribución comercial fue complicada, lo que contribuyó a que la película adquiriera con el tiempo un estatus de culto. Esta recepción temprana entre los aficionados al cine de género más avispados, prácticamente de boca a oreja, es clave para entender cómo Cronos trascendió los límites del cine de género, demostrando que el horror mexicano podía contar historias complejas y originales, lejos de los tópicos locales.
Cronos convierte la figura del inmortal en una máquina moral: cada uso tiene consecuencias
Uno de los mayores aciertos de Cronos es su reescritura del vampirismo. Del Toro sustituye el romanticismo gótico tradicional por una fábula sobre la avaricia, la obsesión por la juventud y la necesidad de control sobre la propia mortalidad. En lugar de centrarse en un vampiro romántico y sensual, toda es mitología heredada de «la sangre es la vida» y los paralelismos del enfrentamiento ideológico entre ocultismo y cristianimo, la película convierte la figura del inmortal en una máquina moral: cada uso del Cronos tiene consecuencias, y el deseo por más juventud rápidamente se convierte en una adicción devastadora.
Otro punto distintivo es el diseño de objetos. El Cronos, con su insecto mecánico, es un ejemplo perfecto de la estética tangible y artesanal que Del Toro desarrollaría a lo largo de su carrera. Anda que no le gusta a Del Toro un buen cacharro lleno de engranajes y ruedecillas. Este artefacto no solo funciona como motor de la trama, sino que también transmite su carácter inquietante y poético, convirtiéndo en un objeto con vida propia. Esta idea de colocar el origen vampírico de la trama en una pequeña máquina creada por un alquimista renacentista, y no en un vampiro primigenio me resulta fascinante.
El tono de la película también fue un factor determinante para que Cronos lograra hacerse con una fiel legión de defensores. Del Toro privilegia las relaciones humanas sobre la espectacularidad sangrienta. Eso no quiere decir que no la haya, pero en esta película creo que Del Toro se aleja de la morbosidad esperable del género y la sabe utilizar para reforzar una historia muy humana. La relación entre Jesús y su nieta Aurora es el corazón de la película: un vínculo que mezcla ternura, preocupación y tensión frente a la transformación del protagonista. Si has tenido una relación estrecha con tus abuelos, o si ahora tienes nietos, tal vez te veas reflejado en ella. Este enfoque íntimo hace que el horror de Cronos sea especialmente conmovedor, permitiendo que el espectador conecte con los personajes incluso cuando se enfrentan a circunstancias sobrenaturales. Creo que ninguna otra película sobre el tema ha reflejado mejor al vampiro como víctima.
Guillermo del Toro y Oscar Isaac en el rodaje de Frankenstein
De Cronos a Frankenstein
El regreso de Del Toro a la monstruosidad humana con Frankenstein en 2025, protagonizada por Oscar Isaac, Jacob Elordi y Mia Goth, ofrece una oportunidad de comparar temáticamente ambas obras. Sabemos que a Del Toro le chiflan los monstruos clásicos y que siente una debilidad especial por la criatura de Frankenstein, así que personalmente estoy deseando ver qué pone de su cosecha en esta revisión. Si en Cronos la monstruosidad se manifiesta en la adicción a la juventud y la sangre; en Frankenstein, la creación científica y sus consecuencias muestran la ambición humana llevada al límite. ¿Qué nos puede contar ahí Del Toro? En ambos casos, el cuerpo y la transformación son el terreno donde se discute la responsabilidad y la vulnerabilidad de la criatura.
Creo que ninguna otra película sobre el tema ha reflejado mejor al vampiro como víctima
Estéticamente, Del Toro mantiene su obsesión por lo artesanal y lo material. Así como el Cronos está lleno de engranajes, metales y texturas palpables, la adaptación de Frankenstein cuida al detalle la maquinaria, las prótesis y los espacios interiores, elementos que hablan tanto como los diálogos y subrayan la dimensión táctil del horror. Este enfoque conecta directamente con la forma en que Del Toro construyó su universo desde su debut: un cine donde los objetos y escenarios son extensiones de los personajes y sus dilemas.
El humanismo en el horror es un rasgo distintivo en la obra de Guillermo del Toro. En Cronos, Jesús Gris mantiene su compasión y humanidad incluso cuando se transforma en un ser sediento de sangre, evitando la violencia gratuita, mientras que en Frankenstein la historia original ya incita a tener empatía hacia la criatura y su sufrimiento permite que la tragedia surja de la emoción y la reflexión ética. Esta continuidad demuestra cómo Del Toro utiliza el horror como vehículo para explorar dilemas morales y emocionales, ofreciendo una visión del género que prioriza la empatía y la humanidad de sus monstruosos personajes. Acaso, ¿no puede ser cualquier de nosotros un monstruo si se dan las circunstancias? ¿Quién decide qué es un monstruo? Yo siempre tienda a pensar que los monstruos más terribles son también los más dolorosa y escalofriantemente humanos, por su falibilidad, por su debilidad, por su ternura.
En conclusión, Cronos no es solo una curiosidad de la filmografía de Guillermo del Toro, sino un hito del cine de vampiros y del horror mexicano. La película combina imaginación, sensibilidad y un estilo visual que aún hoy impresiona. Al conectar su legado con Frankenstein, que por cierto, se estrenará en España el 24 de octubre de 2025, podemos ver la continuidad de un cineasta que, desde sus primeras obras, ha explorado con ternura y profundidad la monstruosidad humana, haciendo que cada historia, ya trate sobre vampiros, criaturas acuáticas o creaciones científicas, sea íntima, ética y conmovedora.