Desde hace más de setenta años que las armas nucleares existen en el mundo. En la actualidad hay cerca de 12.000 ojivas bajo el control de menos de una decena de países, aunque en tiempos de la Guerra Fría el número de estos dispositivos atómicos se elevaba hasta los 70.000, según ICAN.
En cualquier caso, se supone que ningún país debería perder de vista parte de su arsenal nuclear, y mucho menos perder una ojiva, pero la realidad muchas veces nos sorprende. Estados Unidos ha perdido al menos tres bombas nucleares, una de ellas en una operación secreta.
Una bomba perdida en Tybee Island
De acuerdo a NPR, el sorprendente hecho ocurrió un 5 de febrero de 1958. En ese entonces, la Fuerza Aérea de Estados Unidos llevaba a cabo entrenamientos secretos que tenían como objetivo simular ataques contra la Unión Soviética con bombarderos Boeing B-47 Stratojet.
En la noche de aquel día, una bomba termonuclear Mark 15 fue cargada en uno de los dos bombarderos que participarían del ensayo. Se había planificado sustituir a Moscú por la ciudad estadounidense de Radford, en Virginia, pero no realizar ningún tipo de lanzamiento sobre la zona.
La idea principal de este entrenamiento era probar la capacidad de todos los componentes del ataque para volar con armas pesadas durante varias horas. En principio, todo salió de acuerdo a lo esperado, pero cuando los aviones volaban de regreso a la base se encontraron con un imprevisto.
En el área por la que iba volando B-47 se estaba realizando otro entrenamiento y un avión de combate North American F-86 Sabre rozó en el aire al B-47. Clarence Stewart, el piloto del avión más pequeño, consiguió eyectarse a tiempo, pero el bombardero siguió en el aire.
Tras el incidente, era evidente que el B-47 no podría volar mucho tiempo más ya que sus tanques de combustible habían resultado dañados. Howard Richardson, el comandante del bombardero, no quería intentar un aterrizaje de emergencia con un bomba atómica, por lo que se deshizo de ella.
Antes de aterrizar, Richardson recibió el permiso para soltar el artefacto frente a las costas de Tybee Island en Georgia (EEUU). Pese a que cayó desde una elevada altura, la bomba no explotó. Guy Raz, especialista en defensa de NPR, dice que esto puede deberse a que la bomba no estaba completa.
Lo cierto es que no hay consenso sobre si el artefacto Mark 15 involucrado en el incidente contenía material radiactivo. La Fuerza Aérea dijo en un principio que las bombas de los ensayos no permitían una “cápsula activa”, pero un documento desclasificado en 1994 indicó lo contrario.
Se trata de un testimonio del secretario de Defensa Adjunto W.J. Howard de 1966 en el que se mencionaban tres “bombas completas” que había perdido Estados Unidos. Allí, precisamente, se incluía la bomba del incidente de Tybee Island de 1958, por lo que no está claro si realmente representa un peligro.
El día después de que el F-86 Sabre se destruyera y el B-47 hiciera un aterrizaje de emergencia, la Fuerza Aérea habilitó un escuadrón especial de 100 miembros para buscar la bomba desaparecida. Los esfuerzos se extendieron por 10 semanas, pero no produjeron éxito alguno.
Años más tarde, en 2004, se inició una operación de búsqueda privada encabezada por un teniente retirado y se midieron los niveles de radiación del agua. La búsqueda tampoco dio resultados, pero descubrieron que parte de la zona tenía niveles de radiación “más elevados”.
La Fuerza Aérea volvió a involucrarse y, tras sus estudios, se determinó que los niveles de radiación que habían sido calificados como elevados en realidad eran resultado de los depósitos naturales de monacita. Los años han pasado y la bomba Mark 15 sigue desaparecida.
Desde la Armada dicen que si la bomba sigue intacta, el riesgo es bajo. “Un explosivo intacto representaría un grave peligro de explosión para el personal y el medio ambiente si se ve perturbado por un intento de recuperación”. La recomendación, como podemos ver, es dejar a la bomba donde sea que esté.
Imágenes: Sgt. Michael Haggerty | Douglas Keeney Collections | James St. John
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