El transporte de patinetes eléctricos y monociclos en el transporte público vuelve a recibir un nuevo varapalo. Esta vez es Renfe la que prohibirá su acceso a partir del 12 de diciembre de 2023, asegurando que se trata una medida que mira por la seguridad de los viajeros.
Es un nuevo golpe a la movilidad intermodal.
Seguridad. Eso es lo que ha alegado Renfe en el comunicado con el que anuncia que, a partir del próximo 12 de diciembre, los patinetes eléctricos y los monociclos se encontrarán las puertas cerradas en sus trenes. La prohibición llega por “criterios de salud pública y de seguridad de los viajeros”.
Renfe ha querido subrayar que “esta prohibición no sólo se refiere a los patinetes eléctricos, sino también a los monociclos o cualquier otro dispositivo de movilidad personal eléctricos o dotado de baterías, con excepción de los vehículos de personas con movilidad reducida y las bicicletas eléctricas”.
Dónde y cuándo. Según recoge la compañía, la decisión la ha tomado el Consejo de Administración de Renfe y afecta a “todos los trenes de Renfe Viajeros, tanto de Cercanías y Regionales como de Alta Velocidad y Larga Distancia (AVE, Avlo, Alvia, Avant, Euromed e Intercity)”.
La nueva prohibición entrará en vigor el próximo 12 de diciembre, momento a partir del cual Renfe se reserva el derecho a la expulsión de cualquier viajero que incumpla las normas. Señala que se podrán hacer revisiones aleatorias para garantizar que no se transportan estos aparatos y, además, que en las estaciones de Cercanías gestionadas por Renfe se informará de estas prohibiciones.
Situación de peligro. Es el tipo de riesgo con el que viajan en Renfe los pasajeros que comparten vagón con los dueños de este tipo de aparatos, según la empresa. Aseguran que los antecedentes de explosiones en ciudades como Madrid o Barcelona fundamentan en este tipo de decisiones.
Los patinetes eléctricos y otros transportes que utilizan baterías pueden correr el riesgo de incendiarse si se manipulan indebidamente, se mantienen en condiciones inseguras, se cargan con aparatos inadecuados o han recibido algún golpe.
En esos casos, la explosión es un verdadero peligro para los pasajeros, ya que la química es altamente inflamable y una pequeña batería puede causar graves heridas o quemar una amplia superficie del vagón. Las imágenes del incendio en el Metro de Madrid, el último incidente en España, hablan por sí solas.
Dos incendios han bastado. En noviembre de 2022, un patinete eléctrico se incendió en el interior de un vagón de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) en Sant Boi de Llobregat (Barcelona). Poco después, este tipo de transportes fueron prohibidos por la Autoritat del Transport Metropolità (ATM) de Barcelona.
En Madrid, el incendio sucedió el pasado mes de octubre. En este caso el patinete eléctrico se incendió en un vagón de Metro y paró una línea durante tres horas. Apenas unos días más tarde, la Comunidad de Madrid confirmó que este tipo de vehículos quedaban prohibidos dentro de las instalaciones de Metro.
No son los únicos. Pero a las prohibiciones madrileñas y catalanas hay que sumar la de Sevilla, que comenzó el año 2023 prohibiendo el acceso de los patinetes eléctricos al metro sevillano en las horas punta, cuando más afluencia de pasajeros hay en sus vagones.
Renfe destaca en su comunicado que estos aparatos también están prohibidos en el transporte público de Londres o Hamburgo y en los servicios ferroviarios de Reino Unido o Irlanda. En Nueva York también han vivido situaciones de riesgo provocadas por la explosión de patinetes eléctricos.
Voces de protesta. Pero aunque en estas ciudades se haya prohibido el acceso con los patinetes eléctricos al transporte público, hay otros lugares como Valencia o Bilbao donde las únicas restricciones tienen que ver con la mayor o menor afluencia de pasajeros en cada momento. Son los trabajadores del servicio público los que pueden negar el acceso.
La polémica alrededor de los patinetes eléctricos es importante. Hay quien considera que se maltrata a quien prefiere optar por el transporte público para ir al trabajo, como recogían en el Diario de Sevilla o en Las Provincias. Otros usuarios se muestran favorables a la prohibición, especialmente en transportes donde se utilicen túneles.
Difícil de encajar. Y eso que es clave. Lo cierto es que el transporte público puede realizar miles de kilómetros sin observar ningún incendio de patinetes eléctricos en su interior. Sin embargo, la explosión puede ser tan dañina que sus consecuencias están invitando a las autoridades a ser cautos.
El problema es que buena parte de las ciudades están promoviendo una movilidad más sostenible y menos contaminante. Aquí, la intermodalidad es decisiva, combinando diferentes medios de transporte para abandonar el vehículo privado. Los patinetes eléctricos servían a este propósito a las mil maravillas para combinar trenes y autobuses con ellos.
Sin embargo, el encaje del patinete eléctrico en la ciudad sigue siendo complicado. Primero por su espacio, pues la DGT decidió limitarlos al asfalto con el objetivo de homogeneizar las normativas municipales. Y a esto se suma el patinete eléctrico de alquiler compartido, cuyo mal uso ha terminado por obligar a las ciudades a limitar el número de ellos o, incluso, los ha expulsado de la ciudad, como en París.
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