Es muy probable que alguna vez en tu vida hayas utilizado la palabra “estoy en racha”. Y da igual si ha sido abriendo sobres de Pokémon TCG Pocket en los que has sacado una carta especial detrás de otra, lanzando el dado de Dragones y Mazmorras, o en una tanda de penaltis. En cada una de esas ocasiones, lo que estabas viviendo era la falacia de Montecarlo.
Pese a ser plenamente conscientes de que la suerte no es más que eso, a menudo nuestra mente tiende a engañarnos haciéndonos creer que eventos independientes son parte de un patrón. No es que nos creamos más listos o que seamos más estúpidos, en realidad es una función básica de nuestro cerebro ha garantizado la supervivencia de nuestra civilización hasta el día de hoy. Sin embargo, eso no hace que lo ocurrido en el Casino de Montecarlo el 18 de agosto de 1913 resulte menos impresionante.
La falacia de Montecarlo
Mientras el mundo se maravilla con el dirigible como el último gran invento de la humanidad, la recién fundada ciudad de Montecarlo vive el 50 aniversario de su famoso casino. Sin embargo, opacando a la celebración, los ricachones que acuden a sus mesas para apostar están celebrando otro hito, el de la racha de victorias a la ruleta más impresionante que se ha documentado.
Alrededor del característico giro de la pequeña bola mientras recorre la ruleta se amontonan decenas de personas maravilladas con lo que se está viviendo allí. El hombre que sirve como protagonista está apostándolo todo al negro mientras, como por arte de magia, la bola no abandona su empeño de contentarlo. Cae una vez, y otra, y otra, y para cuando la ruleta lleva deteniéndose 10 veces seguidas en el mismo color, la gente de alrededor no puede creerlo.


La lógica les dice que esa suerte está a punto de acabar y que, para la siguiente tirada, la bola terminará cayendo en el rojo por una mera cuestión de probabilidad. Al llegar al giro número 20 de la ruleta frenando la bola en el negro, una estampida de adinerados jugadores se apresura a apostar todo lo que tienen en el rojo. A fin de cuentas, es imposible que la bola vuelva a detenerse en el negro.
Para cuando finalmente lo hizo, la ruleta ya había girado un total de 27 veces deteniéndose en el negro, y la mayoría de quienes lo habían apostado todo por mera estadística habían perdido una fortuna. Aquél día el Casino de Montecarlo ganó millones de francos, y lo ocurrido allí saltó hasta los libros de ciencia y estadística como la falacia de Montecarlo.
No estás en racha porque la suerte es aleatoria
La clave detrás del concepto de la falacia de Montecarlo está en que, en realidad, el giro de la ruleta es tan justo con la probabilidad como aleatorio. Cada vez que se pone a girar se detendrá en un lugar de forma independiente y sin tener en cuenta dónde ha caído antes, por lo que pese a que la bola se detenga 20 veces seguidas en el negro, las probabilidades de que vuelva a hacerlo en el siguiente giro son exactamente las mismas.
Lo cierto es que, como humanos, la evolución nos ha empujado a buscar patrones lógicos en el mundo para intentar comprenderlo. Sin embargo eso no significa que valoremos o comprendamos la información que nos rodea, por lo que al observar algo que nos parece inusual, tendemos a otorgarle un significado para intentar adelantarnos a ello.
En el caso de la falacia de Montecarlo, o de cualquier otra racha de suerte que no implique una habilidad especial por nuestra parte, el error se limita a ver un patrón que en realidad no existe. No hay una mayor probabilidad de que en el siguiente giro de la ruleta salga uno u otro color porque, en esencia, el resultado siempre será completamente aleatorio.
El astrofísico Neil deGrasse Tyson se acercaba al mismo concepto dando a conocer un experimento relacionado con esas rachas de suerte. El científico nos situaba en un escenario en el que cogía a 1.000 personas y les hacía lanzar una moneda. Si salía cruz debían sentarse. Si salía cara, continuaban lanzando la moneda al aire. Al hacerlo, alrededor de la mitad terminarían sentados mientras el resto seguía con el juego.
Al siguiente lanzamiento, aproximadamente la mitad de ellos sacaría cara y seguiría adelante, y el experimento continuaría hasta que llegase el punto en el que sólo una de esas 1.000 personas habría conseguido sacar cara 10 veces de forma consecutiva. ¿Tuvo suerte? No exactamente. Cada vez que hagas el mismo experimento habrá una persona que sacará cara 10 veces seguidas porque, en realidad, la aleatoriedad del resultado así lo permite.
Así que ya lo sabes, la próxima vez que estés abriendo sobres de Pokémon TCG Pocket en los que has sacado una carta especial detrás de otra, lanzando el dado de Dragones y Mazmorras clavando los resultados que necesitas, o acertando consecutivamente en una tanda de penaltis, no lo atribuyas al hecho de estar en racha, sino a la casualidad.
En 3DJuegos | Si eres de los que eligen ballesta en los RPG o Dragones y Mazmorras, la Edad Media de hace 900 años tiene algo que decirte