Una mujer australiana dejó su trabajo cuando tenía apenas 24 años y decidió arrancar un negocio que ahora le reporta ganancias millonarias cada año. Se trata de Jane Lu, fundadora y directora ejecutiva de Showpo, que ha compartido su historia.
Ahora, la mujer tiene 38 años de edad y es la directora ejecutiva de la empresa que creó: una compañía minorista de moda en línea llamada Showpo, que genera más de 100 millones de dólares al año en ingresos, según documentos que ella misma ha mostrado a CNBC Make It a la hora de compartir su historia.
Es la hija de una familia de inmigrantes y dice que sus comienzos no fueron sencillos. Concretamente, su familia se mudó a China a Australia cuando ella tenía ocho años y no sabía hablar inglés.
Cuenta que durante su infancia, sus padres tuvieron que hacer trabajos ocasionales durante varios años mientras intentaban establecer sus vidas en el nuevo país. Lo que los llevaba a tener ingresos escasos e incluso explica cómo se dio cuenta de que era pobre porque algún compañero de clase se lo dijo.
Universidad y las ‘Big Four’
Lu dijo que la experiencia de sentirse tan diferente de sus compañeros la dejó con un resentimiento y que era una persona muy competitiva, con grandes ideas de triunfar económicamente. En la universidad, tenía clases de 9 a 5 y por las tardes consiguió un trabajo en KPMG, una de las Big Four, que era de 5 a 9 de la noche.
Trabajó allí durante aproximadamente dos años y medio, luego pasó a un puesto de finanzas corporativas en Ernst & Young, todo mientras estudiaba en la universidad.
En 2009, una de las amigas de Lu le propuso una idea de negocio: un concepto de tienda temporal llamada “Fat Boye Group”. Es decir, que mientras que ahora mucha gente habla de tener negocios secundarios para obtener un dinero extra o desarrollar una empresa propia mientras se mantienen los ingresos de un trabajo como asalariado, Lu ya hizo esto hace tiempo. La empresaria trabajaba en su puesto de finanzas corporativas durante el día y en su negocio por las noches y en los fines de semana.
Harta del trabajo corporativo
Usaba el garaje de sus padres como espacio de almacenamiento para todos los suministros de la empresa y utilizaba el resto de su tiempo libre para repartir tarjetas de visita, conectar con proveedores y demás asuntos. Hasta que decidió dejar su puesto en Ernst & Young porque le resultaba aburrido.
“Solía considerar siempre mi trabajo corporativo como una seguridad financiera, y lo que nos iba a librar a mí y a mis padres de tener que preocuparnos por no poder pagar el alquiler o la hipoteca” hasta que dice que le parecía estar en una cárcel. Además, con la crisis económica global, el trabajo diario de Lu se volvió más exigente y lo dejó en junio de 2010.
Igual que vemos ahora cómo muchas personas jóvenes deciden dejar sus trabajos hartos de ciertas dinámicas absurdas, lo mismo hizo esta mujer, de la generación milenial, cuando era muy joven. “Tuve que pasar medio día eliminando una referencia en una hoja de Excel que hacía que el documento se bloqueara”, explica. Y eso le desesperó. Dejó la empresa pero no se lo comunicó a sus padres para no enfadarles o preocuparles. Siguió haciendo como que se vestía de ejecutiva cada día para ir a una oficina.
Pero, en realidad, se iba a desarrollar su negocio. Un varapalo le llegó cuando su socia decidió dejarlo. Veía que trabajaban mucho como emprendedoras e ingresaban muy poco y quería un trabajo como asalariada y dejar de lado la empresa. Y ella también decidió cerrarlo, porque no se vea capaz de sacar el negocio adelante por sí sola. Tenía una deuda de 60.000 dólares por los préstamos que había pedido para estudiar y el dinero que había invertido en su empresa.
Cómo logró remontar
Dos meses después, Lu seguía desempleada y buscando trabajo, así que se puso en contacto con el único amigo que conocía que tenía un negocio con la esperanza de conseguir un trabajo en su empresa. Pero él decidió ponerla en contacto con alguien que conocía en la industria minorista de moda en línea que pudiera orientar a la joven en la creación de su negocio.
Conoció a esta emprendedora y congeniaron. Incluso crearon juntas el nombre de una nueva compañía. En 2010, hicieron su primera sesión de fotos, encontraron proveedores y, en una semana, hicieron su primera venta. Como no tenía dinero para invertir en marketing, se dedicó ella a desarrollar las redes sociales del negocio.
Haber fracasado con su anterior emprendimiento le dio ideas para llevar a cabo esta nueva empresa de una manera diferente. Afirma que :“Ese es el mejor curso intensivo en los negocios: cuando realmente fracasas en algo, porque creo que es cuando realmente aprendes”. Después de unos quince meses, la socia comercial de Lu decidió irse porque las ventas comenzaron a disminuir. Por tanto, pasó a ser la única propietaria de Showpo.
Y, poco a poco comenzó a despuntar. En el primer mes en que dirigió el negocio por sí sola, Lu pudo duplicar las ventas de la empresa a 9.000 dólares al mes y dos años después, Showpo alcanzó una tasa de crecimiento de 1 millón de dólares. Aunque no ha desvelado cómo logró esas impresionantes cifras en tan poco tiempo. Sí contó cómo les dijo a sus padres que llevaba años trabajando en su negocio en secreto hasta conseguir mucho dinero.
Imagen | Foto de Priscilla Du Preez 🇨🇦 en Unsplash